El fin de semana del
24-25 septiembre, realizamos una salida al
Parque Nacional de Ordesa, en concreto al cañón y gargantas de Escuain.
Alojados en Casa Rubén, una tranquila hospedería situada en la margen derecha
del río Cinca, en la pequeña localidad de Hospital de Tella, donde fuimos
atendidos con mucho mimo, por cierto, el objetivo era asomarnos a los balcones
de Revilla, privilegiados miradores sobre el espectacular cañón del río Yaga y
de todo el entorno que le rodea, con especial mención al macizo montañoso de
Monte Perdido.
Así pues, el sábado
24 enfilamos una pequeña senda que parte del pueblo de Revilla, y que tras un
cómodo paseo de 20 o 25 minutos nos sitúa en los citados miradores. Aquí, eso
sí, armados de prismáticos, telescopios y cámaras de fotografiar, pasamos una
jornada entera, con un tiempo excelente, viendo y deleitándonos con las
evoluciones y el vuelo de las aves carroñeras como buitres leonados y
quebrantahuesos especialmente. También se dejaron ver otras aves rapaces como
cernícalos, busardos ratoneros, milanos reales o gavilanes. Y mientras tanto,
durante toda la jornada, tuvimos la grata compañía de herrerillos capuchinos,
carboneros garrapinos, trepadores, reyezuelos listados, mitos, pinzones, pitos
reales o picos picapinos, y petirrojos, que veíamos moverse o escuchábamos en
el bosque donde nos encontrábamos.
Una especial mención
para el quebrantahuesos, buitre osteofago que se encuentra todavía en peligro
de extinción, pero que en esta zona del Pirineo oscense mantiene unas
densidades más que aceptables, y que en Escuain es muy fácil de observar debido
a la afluencia de un buen número de ejemplares -tanto juveniles, subadultos
como adultos- que se acercan a alimentarse a un PAS (Punto de Alimentación
Suplementaria) cercano gestionado por el Parque Nacional. Aquí acompañamos una
pequeña muestra de lo que se indica, con las fotografías tomadas a algunos
pocos individuos de entre los que se movieron el pasado día por la zona.
Al día siguiente, el
domingo, y antes de iniciar el viaje de vuelta, todavía tuvimos tiempo de
visitar el otro flanco de la garganta del río Yaga, accediendo al pueblo
abandonado de Escuain. Escuain es un pequeño despoblado de humanos, sí, pero en
sus calles nos recibe un pequeño ejército de gatos, y nos cruzamos con unas
indolentes vacas y terneros que pastan en los prados que hay entre las casas y
en los alrededores.
Una de estas casas
está habilitada por el Parque como oficina de información del entorno natural
donde nos encontramos, y dedicado casi exclusivamente al quebrantahuesos, con
una completa información de la especie y la descripción e interpretación de los
diferentes plumajes del ave, acompañado de una exposición fotográfica del
agente forestal J.M. Miranda, pionero e iniciador del exitoso PAS existente en
la zona.
Desde aquí también un pequeño sendero nos conduce a unos miradores naturales que nos sitúan asomados al abismo. Aquí, ya solo nos quedó disfrutar del espectacular entorno, de escuchar las voces de petirrojos, reyezuelos y herrerillos, y de contemplar una vez más los vuelos de los buitres, antes de despedirnos del lugar. Volveremos......