El
picamaderos negro es sin duda el representante mayor de una familia, los
pícidos, que habita en Gipuzkoa. El resto de esta familia lo componen el pito
real, pájaro carpintero de bonito y llamativo color verde que reclama estos
días primaverales en los prados y límites de los bosques con un característico
relincho que recuerda un caballo, el pico picapinos que tamborilea en los
amaneceres frescos de febrero y marzo en cualquier mancha de pinar y en las
mezclas de caducifolias, el escasísimo y escurridizo pico mediano con alguna
cita antigua en Urdaburu (comunicación personal H.González y JGimon) pero
abundante en la alavesa sierra de Izki, el pico menor que habita muy próximo al
hombre en los jardines urbanos bien arbolados y seguramente el más extraño
miembro de la familia, el torcecuellos, un veraneante que llega en abril
después de pasar el invierno en África y que en Gipuzkoa es muy abundante,
criando en cualquier borde de seto frondoso, bosque de ribera, etc, pero por su
inmovilidad en las ramas y su plumaje críptico, camaleónico, resulta difícil de
observar, aunque su reclamo también similar a un relincho, lo delatan.
Esta
sería la presentación de la familia de los pícidos en nuestro territorio. Aves
con coloraciones en general llamativas, pero que en el bosque se mimetizan
perfectamente con los claroscuros de las hojas, gracias a sus dorsos blancos y
negros resultando realmente su observación una tarea ardua. Aunque por el
contrario, un oído entrenado puede detectarlos fácilmente, porque se tratan de
aves tremendamente territoriales que marcan sus territorios con fuertes
reclamos o relinchos y en muchas ocasiones con el tamborileo con su fuerte pico
sobre troncos que eligen por su resonancia para demarcar sonoramente sus
dominios.
Las
mejores fechas para la observación son sin duda el final del invierno y el
comienzo de la primavera. En esas fechas estas especies inician sus reclamos y
los árboles por encontrarse descubiertos de hoja los hacen más visibles cuando
vuelan entre sus copas. Aunque si difícil es observarlos, todavía más difícil
es fotografiarlos.
En
este caso nos vamos a centrar en una de las especies, la mayor y la que ha
llevado una progresión demográfica espectacular.
El
picamaderos negro es el mayor de los picos ibéricos, completamente negro con
una cresta roja, más extensa en el macho que en la hembra. Los poetas de la
ornitología lo llaman la corneja carlista. Es un predador contumaz, con su
potente pico busca en los viejos y podridos troncos la oculta presencia de
xilófagos, comedores de madera, y desbarata a picotazos la madera penetrando
con su larga lengua en el interior del tronco y extrayendo las larvas de
grandes escarabajos forestales. En los
troncos deja una señal característica como si se hubiera atacado éste con un
punzón dejando una huella parecida a un rombo. Es indicación de la existencia de
la especie encontrar árboles muertos y
podridos completamente agujereados, con agujeros varias veces mayores que la
palma de la mano. Pero además es un devorador de roedores forestales y de
pequeñas aves. Puede agrandar los agujeros de los nidos de los páridos y otras
aves, para penetrar y devorar sus huevos o sus pollos.
En
febrero comienza una gran actividad sonora, tamborileos de la pareja demarcando
el extenso territorio que el ave necesita, y reclamos que son una serie de
acelerados kikikikiiiii, repetidos rápidamente. Muy fácil de identificar por
tanto en una salida montañera por el bosque. El periodo reproductor se extiende
de abril a julio, pero en Gipuzkoa se ha observado que es sobre todo en la
primera parte de la primavera. Construye un gran nido en el interior de un
árbol caducifolio, normalmente un haya, al que se accede por una gran boca casi
circular, generalmente algo ovalada. Evita la construcción de los nidos en los
árboles resinosos, como es el caso de los pinos.
La
puesta normalmente es de 4 o 5 huevos y en los momentos finales de la cría, los
pollos ya emplumados pueden asomarse al nido para reclamar la comida de sus
progenitores.
Pero
sin duda una de las cosas más fascinantes de esta especie es su distribución.
Es una especie completamente unida al bosque atlántico. Y que en la península
Ibérica se encontraba completamente arrinconada en dos zonas, la Cordillera
Cantábrica y el Pirineo, que no se encontraban unidas entre sí. Es más, la
especie se encontraba, como otras muy ligadas a la montaña atlántica,
claramente amenazada. En cambio el picamaderos negro ha conseguido revertir esa
situación drásticamente en pocos años.
En
la década de los 90 se empezaban a observar los primeros individuos en
Gipuzkoa, por la zona más oriental, Artikutza y el parque natural de Aiako
Harria, zona próxima a donde están obtenidas hace unos días las fotografías que ilustran esta entrada.
Sin duda el incremento en el bosque navarro, en todo el prepirineo empezaba a exportar individuos hacia una Gipuzkoa en la que el bosque, además, iba ganando terreno.
Sin duda el incremento en el bosque navarro, en todo el prepirineo empezaba a exportar individuos hacia una Gipuzkoa en la que el bosque, además, iba ganando terreno.
Las
primeras localizaciones de parejas criando se dieron en los bosques de Aiako
Harria, pero la especie continuó en expansión y saltó a Aralar, donde
actualmente hay una población importante, y al macizo de Aizkorri. En Araba y
Bizkaia fue el proceso similar, se puede leer un interesante trabajo científico
sobre la evolución demográfica de esta especie en este enlace de la revista Munibe de Aranzadi, llevado a cabo por José Antonio Gainzarain y José Maria
Fernandez-Garcia.
En
la actualidad en Gipuzkoa está presente en prácticamente todo el territorio,
faltando en cierta medida en la costa. Es el parque natural de Pagoeta el
último punto en el que sería de esperar su irrupción. Ha sido escuchado en
algún valle de este parque natural pero la reproducción, al menos de momento,
no se ha constatado.
Esta
expansión ha conducido finalmente a que las poblaciones del Pirineo se hayan
unido con las poblaciones de la Cordillera Cantábrica, de manera que la
población es actualmente continua desde la provincia de Lugo, hasta Girona.
Si
hay que aventurar una causa para la expansión de la especie en Gipuzkoa, esta
es sin duda el aumento de la superficie forestal. Pero a todas luces una
situación muy concreta, la presencia de bosques de coníferas maduras en una
gran extensión de caducifolias, sobre todo hayas. En Gipuzkoa el hayedo es muy
joven y tiene poca madera muerta. Pero el bajo precio de la madera de pino que
ha hecho que en gran medida no se hayan talado pinares que han ido
envejeciendo, ha creado una serie de oportunidades que esta especie ha sabido
aprovechar muy bien. De manera que la especie se reproduce en las hayas y se
alimenta en los viejos pinares, una combinación que encontraba en el Pirineo,
frente a la población de la cordillera Cantábrica que prefería el hayedo
maduro.
Precisamente
la amenaza mayor para la especie es una incorrecta
gestión forestal, cosa que en Gipuzkoa se ha dado hasta el empecinamiento.
Texto: Héctor González Arcelus
Fotografías y vídeo: Jose Herrero
Excelente, muy interesante, muy bien redactado y fotografías soberbias.
ResponderEliminarUn pequeño detalle... si escribís Gipuzkoa, escribid también Girona ;o)
Gracias Dani por el aviso, y por tus gentiles comentarios... Ya está corregido el desliz :-)
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